El aprendizaje también es un aspecto que se ve afectado por el sueño. Se ha comprobado que dormir después de actividades de aprendizaje facilita la estabilización, consolidación, integración y análisis selectivo de los nuevos recuerdos. Por esto se recomienda estudiar por la tarde o noche, en lugar de hacerlo en la mañana. El sueño, además, frena el deterioro de los recuerdos causado por el paso del tiempo y los mejora.
Parece ser que esta mejora es selectiva, recordamos más los aspectos más emotivos, los que consideramos más relevantes. El sueño, por tanto, refuerza preferentemente la memoria emocional. Y no sólo aumentan los recuerdos, durante la noche nuestro cerebro es capaz de procesar esos recuerdos y vincularlos a experiencias pasadas, de manera que nos sea útil para tomar decisiones futuras. La expresión «consultarlo con la almohada» adquiere así un significado casi literal