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Leslie Jamison

  • Liliana M.has quoted2 years ago
    Rhys nunca se vio a sí misma como una genial tarambana, a diferencia de los escritores alcoholizados de su generación, porque la obligaron a verse como una madre fallida
  • Liliana M.has quoted2 years ago
    Emborracharme se me antojaba lo contrario a la restricción. Equivalía a libertad. A ceder al deseo en lugar de negarlo.
  • Fany Moraleshas quoted2 years ago
    escribir sobre uno mismo es «como intentar hacer la cama sin haberte levantado»24
  • Fany Moraleshas quoted2 years ago
    cantidad justa de sufrimiento podía alimentar la inspiración sin entorpecer su materialización. La mentira no era que la adicción pudiera producir algo verdadero, sino que tuviera el monopolio de la verdad.
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    Durante mi proceso de recuperación, descubrí una comunidad que se resistía a aceptar algo que me habían inculcado sobre los relatos –que debían ser únicos– y que se atrevía incluso a sugerir todo lo contrario: para que fuera útil, un relato no debía ser único, sino contemplarse como algo que alguien había experimentado y que otros experimentarían en el futuro. Nuestras historias eran valiosas en la medida en que eran redundantes, no a pesar de ello. La originalidad no era el ideal y la belleza no era el objetivo.
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    metiéndome una raya cortada con una tarjeta de crédito –debía de ser más bien de débito– y esnifando ruidosamente.
    No hubo nada impostado en lo mucho que me gustó esa oleada glacial, esa sensación de tener un millón de cosas que decir. Teníamos toda la noche por delante.
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    esnifando ruidosamente.
    No hubo nada impostado en lo mucho que me gustó esa oleada glacial, esa sensación de tener un millón de cosas que decir. Teníamos toda la noche por delante.
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    No éramos los primeros que nos emborrachábamos en Iowa. Eso lo sabíamos de sobra. La leyenda alcohólica de la ciudad fluía como un río subterráneo por debajo de nuestra propia experiencia, bullendo de anécdotas sobre borrachos que parecían sacadas de un sueño: Raymond Carver y John Cheever deteniéndose al alba, con un rechinar de neumáticos, en el aparcamiento de alguna tienda de comestibles para reponer sus provisiones de alcohol; John Berryman pidiendo la primera ronda de copas en Dubuque Street y echando pestes de Whitman hasta el amanecer, jugando al ajedrez y dejando sus alfiles desprotegidos; Denis Johnson cogiendo una borrachera en el Vine y escribiendo relatos breves sobre la experiencia de coger una borrachera en el Vine.
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    Cuando Cheever se mudó a Iowa para dar clases, dio gracias por la existencia de esa cañada. Era un lugar en el que podía beber sin que su familia le preguntara por qué se estaba matando. Hasta entonces, escondía botellas bajo los asientos del coche y se echaba un chorro de ginebra en el té con hielo. Pero en Iowa no había necesidad de disimular. A primera hora de la mañana Carver lo acercaba en coche a la tienda de vinos y licores –abría a las nueve, así que salían a las ocho cuarenta y cinco– y Cheever abría la puerta del coche antes incluso de que este se detuviera por completo. A propósito de su amistad, Carver dijo: «No hacíamos nada, aparte de beber.»
  • Rafael Ramoshas quoted3 months ago
    En John Barleycorn, una novela publicada en 1913, Jack London mencionaba dos clases de borrachos: los que malvivían en los bajos fondos alucinando con «ratones azules y elefantes rosados» y aquellos a los que «la blanca luz del alcohol» había permitido acceder a las verdades más crudas: «los despiadados y espectrales silogismos de la lógica blanca.»
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