Pero existen alternativas más sutiles a la negación directa de la autoría: Ella no lo escribió; lo hizo él. Una es: Se escribió a sí mismo. Esto es altamente improbable, y sin embargo es un argumento que se utiliza, y no solo en el siglo XIX.
Por ejemplo, Percy Edwin Whipple, al escribir la crítica de Jane Eyre para el North American Review de 1848, supuso que lo habrían escrito dos personas, un hermano y una hermana, puesto que «… existen detalles en los pensamientos y en las emociones de la mente de una mujer que … a menudo pasan desapercibidos a la escritora»