Carlos Mayor

—Tengo tanto miedo —le dijo— de que no me quieras…

l que se hace de miel se lo comen las moscas.

abrían intentado ponerle la mano encima, y eso era algo que Ginia no quería, porque había entendido que en el mundo había algo mejor que un Ferruccio o un Pino

Por qué siempre acabo huyendo?

se dejó besar en el cuello, diciendo:

Las chicas no tenéis frío —contestó él—. Estáis hechas para estar desnudas.

pararía a arañar la puerta, con cuidado para no desvelar a Severino, hasta que

Como es tan mayor, cuenta sus cosas con mucha alegría —se decía, complacida—. Si yo llevara esa vida, sería más espabilada.»

Ofrecido en la palma de la mano el paraíso – ¡no lo cojas!, ¡quema!
MARINA TSVIETÁIEVA

Está el deseo de muchos años que se marchita en silencio o el ritmo frenético del arrepentimiento que se aferra al corazón.