Bernardine Evaristo

entraba en la Sisterwrite de Islington donde todos y cada uno de los libros estaban escritos por mujeres y se pasaba allí las horas hojeándolos; no podía permitirse comprar nada, y se leyó la colección entera de Home Girls: A Black Feminist Anthology por entregas semanales, de pie, así como todo lo de Audre Lorde que llegaba a sus manos

a las libreras no parecía importarles

¿y qué hay de bell hooks?, le soltó Yazz a su vez mientras se apresuraba a bajar con el dedo por la lista de lecturas de su optativa de Género, Raza y Clase en la pantalla del móvil

¿qué hay de Kwame Anthony Appiah, Judith Butler, Aimé Césaire, Angela Davis, Simone de Beauvoir, Frantz Fanon, Julia Kristeva, Audre Lorde, Edward Said, Gayatri Spivak, Gloria Steinem, V. Y. Mudimbe, Cornet West y todos los demás?

tienes que volver ahí, Carole, y luchar las batallas que te pertenecen por derecho al haber nacido británica y nigeriana como la que más

vosotros los ingleses sois los que tendríais que preguntarme a mí, me dan ganas de decirles a esos que me miran mal, cómo se compra en este país porque los inmigrantes somos más listos que vosotros, nos negamos a pagar precios absurdos por especias solo porque estén en jarritos monos con «un puñadito de vainas de cardamomo» o «exquisitas hebras de azafrán» en la etiqueta

se ha cerciorado de que las frutas estén bien ordenadas, todas con formas perfectas e impolutas por deseo de los clientes, que no se dan cuenta de que la mayoría de la fruta en su estado original y sin adulterar está lejos de tener formas, texturas, tamaños y colores estándar

sus escritoras favoritas son Olive Senior de Jamaica, Rosa Guy de Trinidad, Paule Marshall de Barbados, Jamaica Kincaid de Antigua y Maryse Condé de Guadalupe

su libro favorito de poesía se titula I is a Long Memoried Woman de una señora de Guyana llamada Grace Nichols

«nosotras las mujeres / cuyas plegarias nadie responde / cuyas voces nadie oye»

Gloria había pedido seis ejemplares de La mística de la femineidad de Betty Friedan sin que, entre argucias, secretos y mucho júbilo, nadie le pidiera cuentas

le confesó la bibliotecaria en tono conspiratorio desde el otro lado del mostrador de roble

se lo recomendaba a todas las jóvenes madres bien habladas que iban los días de diario a la biblioteca, bien empujando carritos con niños por delante o llevándolos a rastras por detrás, por lo general, gritando

señal, dijo Gloria, de que esas mujeres inteligentes están frustradas con su suerte

y otra cosa que me jode son las buscabullas de las trans, no veas la caña que me dieron cuando anuncié que mi festival era para mujeres nacidas mujeres en oposición a mujeres nacidas hombres, me acusaron de transfóbica, cosa que no soy, desde luego que no, yo tengo amigas y amigos trans, pero hay una diferencia, un hombre criado como hombre puede que no se sienta como tal pero el mundo lo ha tratado como tal, así que ¿cómo va a ser igualito que nosotras?