Cuando permitieron que se levantara tenía cara de estar muy asustado, casi parecía que temblaba. Pero no era de Ole o del gran Hans de quien tenía miedo.
De quien tenía miedo lo descubrimos después de que llorando entregara su alfombra de rezos y luego no asistiera a la escuela durante una semana. Cuando finalmente volvió, todo su cuerpo era de color azul, amarillo y verde, y tenía un brazo roto. No era un buen musulmán, había dicho su padre, y le había dado una terrible paliza.
La paliza no fue lo peor.
Lo peor fue no ser un buen musulmán.