1. ¿Qué debemos aprender de esto sino a «acercarnos confiadamente al trono de la gracia» (Hebreos 4:16) en todas nuestras tristezas? ¿Nos desanimarán nuestros pecados, sabiendo que Él está allí para los pecadores?» ¿Estás cascado? Ten confianza, te llama. No escondas tus heridas, ábrelas todas ante Él y no sigas el consejo de Satanás. Acude a Cristo, aunque sea temblando como la pobre mujer que dijo: «Si tocare solamente su manto» (Mateo 9:21). Seremos sanados y recibiremos una respuesta clemente. Acudamos confiadamente a Dios en nuestra carne; Él es carne de nuestra carne y hueso de nuestro hueso para que podamos ir confiadamente a Él.