Es un principio muy difícil de resistir porque sólo tienes dos opciones: obedecer la regla y ceder, o rechazarla. En el primer caso, actúas de acuerdo a lo que la sociedad espera de ti, es cómodo y no te causa molestias. En cambio, si optas por resistirte, sabes que te expones a la desaprobación de los otros y que deberás enfrentar la vergüenza, el ridículo y la sanción social.