Isabel Hernández Domíngez

«¿Acaso debo —pensó— dejarme confundir por la palabrería de estos simples subalternos, tal como ellos mismos reconocen que son? En cualquier caso, hablan de cosas que ni siquiera entienden. Su seguridad solo es posible por su propia estupidez.

uno lleva treinta años en este mundo y ha tenido que abrirse camino solo, como me ha tocado a mí, se curte uno contra las sorpresas y no se las toma demasiado en serio.

también soy de su opinión, aunque lo juzgo todo con más rigor que usted y ni siquiera lo considero como algo de gente culta,

Su seguridad solo es posible por su propia estupidez.

Su seguridad solo es posible por su propia estupidez.

Su seguridad solo es posible por su propia

(sin que fuera su costumbre aprender de la experiencia) de algunos casos en sí insignificantes, en los cuales, a diferencia de sus amigos y sin la más mínima intuición para las posibles consecuencias, se había comportado deliberadamente de manera imprudente, y había sido castigado por ello.

Porque K. vivía en un estado de derecho, la paz reinaba en todas partes, todas las leyes se respetaban, ¿quién se atrevía a asaltarlo en su propia casa