Sven-Erik Liedman

Después de eso, convendría seguir con los Manuscritos económicos y filosóficos. Marx pronto abandonó las ideas sobre la naturaleza humana que presentaba allí, pero mantuvo las ideas cruciales sobre cómo debería ser la vida humana y qué impide que sea así en la sociedad capitalista.

industrialización, a diferencia de las revoluciones políticas, no tiene fecha de nacimiento. Es un proceso que sólo cabe distinguir después de que alcanzara cierta envergadura. Tuvo sus inicios en Inglaterra, Escocia y Gales durante la segunda mitad del siglo XVIII y requirió una larga serie de requisitos previos, como la expansión de la cría de ovejas y la producción de lana y la sobrepoblación del campo, así como una serie de innovaciones tecnológicas, especialmente la máquina de vapor

una diferencia interesante entre la primera y la segunda revolución industrial. La primera no superó en modo alguno a la ciencia más avanzada de la época. El principio de la máquina de vapor se conoce desde la Antigüedad, y las innovaciones tecnológicas requeridas para la industria del algodón, la industria siderúrgica en sus comienzos y el comercio del carbón no suponían grandes avances científicos. En la segunda revolución, en cambio, la investigación y la tecnología se superpusieron, por lo que también se la ha llamado revolución tecnológica.

. La tradición del libro de 1776 de Adam Smith, La riqueza de las naciones, fue retomada de forma independiente por David Ricardo; pero hacia finales del siglo XIX, la tesis central de Smith –que el valor de una mercancía dependía de la cantidad de trabajo almacenado en él– caía en desuso, considerándose crucial, en cambio, la relación entre la oferta y la demanda

solución de Kant fue ver los fundamentos de la mecánica, como los de la geometría, en la propia comprensión del ser humano. Las categorías de la comprensión eran también las de la realidad. La pregunta de qué es la realidad, más allá de nuestro conocimiento, carece de sentido.

La palabra crítica tiene una posición central en Marx, pero no en Feuerbach. Marx distingue entre la crítica vulgar y la verdadera crítica. La crítica vulgar es dogmática y establece ciertas presuntas verdades en contraste con la idea criticada. Expone las contradicciones que existen en la idea criticada, pero no trata de entender cómo pudieron haber surgido. Eso, por otro lado, es a lo que se dedica la verdadera crítica. No le basta verificar las contradicciones en la constitución actual; «las explica, comprende su génesis, su necesidad»[95].

Son, pues, las deficiencias de la vida terrenal las que constituyen el caldo de cultivo de la religión. Marx expresó esto en la maravillosa prosa de la que era capaz cuando lograba dejar atrás la profusión de detalles en los extractos y la árida precisión de los conceptos abstractos. Escribió: «La angustia religiosa es al mismo tiempo una expresión de angustia real y también la protesta contra esa angustia real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como el espíritu de las condiciones sin espíritu. Es el opio del pueblo».

Es una humanidad atormentada la que crea para sí un mundo imaginario y reconfortante. Incluso en la religión, hay una protesta contra la miseria del mundo.

Marx desarrolló su polémica en su forma habitual, que le ocupó bastante espacio. Siguió el texto de su oponente, argumento por argumento, y con frecuencia ofreció citas detalladas. A continuación descompuso esos argumentos en fragmentos, uno a uno.

De hecho, sólo cuando Engels, dejándose llevar por el espíritu de Feuerbach, habla del Gattungsbewusstsein de la humanidad (su «conciencia de especie»), se acerca a la filosofía. Lo ideal es que las personas trabajen conscientemente como personas, y no como átomos astillados para los que el elemento humano (el ser de la especie) no desempeña ningún papel.