María Luisa Elío

  • Ana Saenzhas quoted9 months ago
    Regresamos a casa con los bolsillos llenos de castañas, piedras y hojas, y yo deseando escribir a mis hermanas para contarles cómo ha llegado, en esta ocasión, el recuerdo sin buscarlo, y cómo me daba cuenta que lo único que duele del recuerdo es cuando no lo encontramos, cuando nos lo dan tan sólo a pedazos. Cuidadosamente guardamos los pedazos de ese día para no perderlos y apuntamos de dónde era cada cosa: hoja de castaña del monte de Quinto Real, piedra de la carretera, hoja de haya, y vamos escribiendo y pegando todo en un cuaderno que hemos comprado precisamente para eso.
  • Ana Saenzhas quoted9 months ago
    Siempre que viene a mi mente la palabra volver no puedo menos que pensar que para volver hay que haber estado en algún sitio, y entonces me tengo que hacer la pregunta de si es que he estado yo. ¿He estado? Me doy cuenta de que sí. Esto me tranquiliza.
  • Marcia Ramoshas quoted2 years ago
    La soledad es una conquista difícil. El primer mes es la euforia total del silencio, el segundo el desaliento total y el tercero, en teoría, el comienzo de la paz verdadera, creía yo, pero fue entonces cuando se presentó algo tan inesperado como una tarjeta postal absurdamente iluminada y con un estúpido ¡hola!!!
  • Marcia Ramoshas quoted2 years ago
    de que Andrés me dijera que yo pensaba así porque era una mujer y yo contestándole que no, que pensaba así porque estaba en lo correcto.
  • Marcia Ramoshas quoted2 years ago
    Estados Unidos; su propia hermana María Eugenia había tenido el atrevimiento de llegar una vez a París con todos los orificios de su cuerpo rellenos de cocaína envuelta en papel celofán: a ella, Isabel, le había dado casi un síncope al verla quitarse el blue-jean en su cuarto de la residencia del Sagrado Corazón y empezar a sacarse aquellos envoltorios
  • Marcia Ramoshas quoted2 years ago
    Ella no había comprendido el sentido de la frase, ni aquel día ni años después, cuando la abuelita la encontró llorando porque sus padres se iban a divorciar y murmuró secándole las lágrimas con un pañuelo de batista: “El problema de tu madre, Isabel, es que no conoce las vías del secreto y la lógica de su sabiduría”. Ahora, en cambio, pensó un segundo antes de dormirse, la idea le resultaba clara, tan simple y clara como las aguas de un torrente visto alguna vez en Barlovento.
  • Marcia Ramoshas quoted2 years ago
    En torno se oía el profuso palpitar de grillos y de sapos, y el aire tenía un olor de lluvia reciente. Ladrillo brincó del jeep y se puso a correr hacia el portón de la casa, donde las sirvientas se habían reunido para darle la bienvenida, acompañadas de Musiú Andrés, el capataz.
  • Marcia Ramoshas quoted2 years ago
    . El fatalismo era una enfermedad de negros y por allí se asomaba el mestizaje de Musiú. Los negros, pensó, nunca los había entendido: podían pasar del júbilo a la melancolía en un segundo. Sin embargo, ahora ella era la propietaria de la hacienda porque la abuelita se la había legado en su testamento y tenía deberes concretos para con ello
  • Marcia Ramoshas quoted2 years ago
    Varias idas y venidas a la leñera de la cocina, donde una mujer gorda y mansa como una vaca les dio a beber agua helada con limón y les permitió lavarse la cara.
  • Marcia Ramoshas quoted2 years ago
    –. Todo lo que fue su cuerpo, cómo fue rayo en la tormenta de su propia habitación, cómo ella fue una descarga eléctrica y después fue el rayo mismo, y cómo su cuerpo se transformó en el dibujo de ese rayo. Era tarde ya. Había pasado del otro lado de la línea. Un túnel negro la esperaba, nada más.
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