Leopold von Sacher-Masoch

—Vos me enseñasteis lo que es el amor, y el culto divino que os consagraba me transportaba dos mil años atrás.

divina misma, eso no les conviene a ustedes los modernos, hijos de la reflexión. Les sienta mal. En cuanto se hacen ustedes naturales, se ponen groseros. La naturaleza les parece una cosa hostil y hacen de nosotras, rientes genios de los dioses griegos, de mí misma, un demonio.

estrellas palpitan dulcemente con un brillo azul pálido. La pradera parece un espejo, la capa helada de un estanque.

La lucha del alma contra el mundo sensual es el evangelio del mundo moderno.

Mi amor me parece un golfo, un abismo sin fondo en que me hundo cada vez más, y del que no podré salir ya.

Veía en la sensualidad algo sagrado, quizá lo único; en la mujer y su belleza, algo divino; en ella, el problema más importante de la existencia.