Mary Shelley

Soy demasiado impulsivo en la ejecución y demasiado impaciente con los obstáculos.

Me hace mucha falta un amigo que tuviera el suficiente sentido común como para no despreciarme por romántico y que me estimara lo bastante como para intentar ordenar mi mente.

Shelley nos está señalando que ambos personajes son uno solo, y que el ser humano está hecho de una arcilla contradictoria, de una ambigua argamasa de bien y mal

Pasa tanto tiempo antes de que uno se pueda convencer de que aquella a quien veíamos cada día, y cuya existencia misma formaba parte de la nuestra, ya ha partido para siempre; que se ha extinguido la luz de sus amados ojos y que su voz tan dulce y familiar a nuestro oído, no se ha de escuchar más. Estos son los pensamientos de los primeros días. Pero la verdadera causticidad del dolor del dolor solo empieza cuando el paso del tiempo refrenda la realidad de la pérdida.

Si el estudio al que uno se consagra tiende a debilitar los lazos afectivos y a destruir esos placeres sencillos, sin mezclas de ningún tipo, entonces ese estudio no es para seres humanos, es inadecuado para la mente.

Cuando la mentira se asemeja tanto a la verdad, ¿quién puede creer en la felicidad?

Bajo la influencia de ese estado que nosotros llamamos muerte, el cambio, mas no la aniquilación, nos quita de la vista el mundo corpóreo, la tierra recibe sustento de él, el aire se alimenta de él, cada elemento toma lo suyo, forzando así el pago de lo que ha prestado.

Ahí viene la hermana de John. ¡Qué encanto de chica, y me cuida tanto! No tengo que dejar que me encuentre escribiendo.

Es un ama de casa perfecta y entusiasta, y no espera mejor profesión. ¡De veras creo que piensa que lo que me enfermó es la escritura

valor y mi resolución son firmes, pero mis esperanzas fluctúan y mi ánimo se deprime con frecuencia.

Si fracaso, me verás o muy pronto, o nunca.