La lección más poderosa que puedo enseñar a mi hijo es la misma que enseño a mi hija: cómo ser quien desea ser. Y el mejor método para enseñársela es ser yo misma y confiar en que él aprenda no a ser como yo, lo cual es imposible, sino a ser él mismo. Para ello tendrá que prestar atención a su voz interior en lugar de a las voces exteriores, estridentes, persuasivas, amenazadoras, que le presionan para que sea lo que el mundo quiere que sea.