Muchas veces, durante la crianza, ocurre que los padres son manipuladores en varios aspectos: hacen programación de reglas de comportamiento, indican cómo tienen que expresarse las emociones o qué intereses o gustos fijarse, siendo seudo-perfeccionistas (por ejemplo “debes sacarte las mejores notas en tu escuela”), criticando cualquier acto de independencia del hijo que consideren diferente o no corresponda a sus pautas establecidas