He aquí el presente, una alegoría del desperdicio.
Han cambiado tantas cosas. Pero eres afortunada:
arde en ti el ideal como una fiebre
o, más bien, como otro corazón.
Han cambiado las canciones, pero aún son bastante hermosas, la verdad.
Se han concentrado en un espacio más pequeño: el de la mente.
Se han vuelto oscuras de angustia y desolación.
Con todo, las notas se repiten. Flotan de un modo extraño.
Anticipan el silencio.
El oído se acostumbra a ellas.