Un mar frío y envenenado
Conociendo la barbarie de estas Gentes, que con desprecio de la vida se arrojan al mar desde el Castillo, expuestos a ser hechos pedazos por la multitud de Tiburones que abundan en este puerto: subsisto en mi dictamen de lo mucho que convendría enviarlos a Parajes ultramarinos, para evitar por este medio los gravísimos daños que ocasiona su fuga, si logran con ella volver a su País, y lo mismo digo, y en especial, de los indios Apaches Mezcaleros…
El gobernador de Veracruz Joseph de Carrión