Cristina Falcón

La tristeza no espera convocatorias

ni fastos precisos

va y viene a su antojo.

De nada sirve

esconderse tras una pequeña ventana.

No es cierto que vinimos a vivir en la tierra/ sólo vinimos a soñar/ en hierba de primavera vinimos a convertirnos”.

o se te vaya a ocurrir
después de todo
necesitar nombres
querer dormir
viendo bajar la neblina
oyendo pájaros conocidos
oliendo a café dulce
abrazando una espalda frágil.
Nos hacemos gusanos
a los que ya no les crecen esperanzas.

Por qué hemos ido tan lejos
si había que irse
si hay lejanías menos lejanas.

Pero uno intenta
como los pájaros:
huir quedándose.

Vengo de no estar.
Voy amueblando estancias
sorteando esperpentos
sacudiendo semillas de anís

Nada queda de lo que fuimos
somos un regreso pendiente en todas partes.
Nos vamos volviendo hojarasca
nos vamos recomponiendo.
Puede que la tibieza
sea lo único que resista.

Uno aprende

a estar solo

o lo que es peor aún

a creer que ha aprendido

Me queda

un último recordatorio

un sueño de ceniza

sobre la piel suave

Nosotros

puro vacío

piel de tambor curtida

de todo lo urgente

que nos falta