En 1978, a partir del XI Congreso del Partido Comunista de China, el líder visionario Deng Xiaoping emprendió una serie de reformas en el partido y en el Estado con las que se inauguró la era de “reformas económicas y apertura hacia el exterior”, vigente hasta la actualidad.
A la era de reformas y apertura la acompaña una estricta política de control familiar basada en un solo hijo por familia. El incumplimiento de esta política, rígida e incluso algo despiadada, implicaba grandes castigos, como la pérdida del trabajo, el detrimento de oportunidades de desarrollo laboral y adquisición de una mejor vivienda, enormes multas monetarias, la negación del registro civil del segundo hijo, lo cual implicaba no educación, no trabajo ni vivienda para un ser “legalmente inexistente”, etc.