Bill Konigsberg

Puedes ser lo que tú quieras, pero si vas en contra de quien eres por dentro, la cosa no funciona.

Atención, pregunta —dijo el chico del pelo tieso—. Una banda de niños de seis años va por la calle y te ataca. ¿Contra cuántos podrías defenderte?

Después hice un bai

bailecito, porque hay que bailar cuando marcas, todo el mundo lo sabe.

El balón llegó a mi cara de inmediato. Me dio en toda la nariz justo cuando estaba alzando las manos. Demasiado tarde. El dolor que sentí me dejó sin aliento.

perfecta de dientes como perlas.

Le sonreí, deslumbrado por su presencia. Esperaba no haberme puesto colorado.

olía como si mi fecha de caducidad hubiera vencido semanas antes

Échate un novio.

Me puse en tensión. Aquello no era exactamente lo que quería soltar a los cuatro vientos durante mi primera hora en Natick.

en cuanto papá se fuera, no tendría sino desconocidos a mi alrededor. Papá debió de ver algo en mi lenguaje corporal, porque bajó el teléfono, se me acercó y me dio un abrazo empapado de sudor.

uena bien —dijo.

Sí, me llamo Seamus (se pronuncia «Sheimas») Rafael Goldberg.