Laura Ibáñez

He tenido que decir adiós bastantes veces como para saber que las despedidas son capaces de dar brillo a lo que son —como mucho, lentas muertes cotidianas—, pero aun así cada vez pienso en todo lo que perderé.

Me gustaba antes. Cuando éramos algo teórico. Cuando estábamos arriba en la montaña rusa y el viento le agitaba el pelo.

Por un momento estoy segura de que voy a echarme a llorar, cosa que no es rara, porque lloro mucho y en cualquier sitio

Pasa que hay horas grises y anónimas, como esta. Horas en las que me desespero, en las que siento un hambre voraz, en las que sé cómo una estrella se convierte en un vacío.

Tampoco confiar en el triunfo natural de la razón y la verdad, que no bastan frente a las emociones y las falsedades que emplean los ultras en su avance.

La política fascista no tiene por qué desembocar en un estado abiertamente fascista, pero no por eso es menos peligrosa.

Hay una parte de mí que está orgullosa de poder participar en estas interacciones mínimas que confirman que estoy aquí, que soy parcialmente visible y

Ella sigue reajustándose, esperando ser elegida. Y lo será

Para despertar admiración o ridículo, primero tienen que verte.

no podía soportar que me tratasen con ternura. No quería que fuera cuidadoso