No somos más que sustitutivos cerebrales, experimentos mecánicos e intelectuales. Podría incluso llegar una civilización de hombres y mujeres auténticos, en lugar de nuestra camarilla de loros resabidos con una edad mental de siete años. Eso serla más impresionante que los hombres de humo o los niños de probeta.
—Oh, cuando los hombres empiezan a hablar de mujeres de verdad, yo abandono —dijo Olive.