Una buena historia no puede considerarse tal si no tiene elementos literarios que le construyan, hay autores que saben extender el texto para hacerlo maravilloso, y luego, hay escritoras como Rosa María Mateos que solo necesitan unas cuantas páginas para escribir una historia vasta, revulsiva, convulsa y extraordinaria.
La boda del único hijo de un premio Nobel inglés reúne, en su pequeño pueblo de montaña del sur de España, a doña Lola, la señora que cuidó del novio durante su infancia en México, con su pasado, el casamiento representa una oportunidad para regresar a la tierra que vio nacer a sus antepasados, una estirpe de alfareros quebrada por las circunstancias. Ochenta y dos años después del exilio de su familia, doña Lola cierra la gran historia de amor que dejó en el aire su abuela Dolores y retoma las riendas de su propia vida junto a un hombre sencillo, un galán mexicano al que una azarosa aventura convierte en el héroe del momento.
Esta novela se desborda de ternura por todos lados, es una historia brillante, dulce, trágica y dulce, que tiene en su centro al “soplillos” quien empieza el libro justo al final del mismo; lo que más me ha impactado de conocerlos es lo divertido que es leerlo, no es fácil entretener con una historia, ahora imagínate desternillar de risa al lector, este libro lo consigue porque es honesto, pulcro y creativo. Me permito celebrar por todo lo alto cargando en hombros al mexicano con su corbata de globos, guardaré con celo y amor las cartas en braille indescifrable, conservare los moros hechos de barro y cantare esa última copla con fervor y entusiasmo siempre mi querido “soplillos”.
Una buena historia no puede considerarse tal si no tiene elementos literarios que le construyan, hay autores que saben extender el texto para hacerlo maravilloso, y luego, hay escritoras como Rosa María Mateos que solo necesitan unas cuantas páginas para escribir una historia vasta, revulsiva, convulsa y extraordinaria.
La boda del único hijo de un premio Nobel inglés reúne, en su pequeño pueblo de montaña del sur de España, a doña Lola, la señora que cuidó del novio durante su infancia en México, con su pasado, el casamiento representa una oportunidad para regresar a la tierra que vio nacer a sus antepasados, una estirpe de alfareros quebrada por las circunstancias. Ochenta y dos años después del exilio de su familia, doña Lola cierra la gran historia de amor que dejó en el aire su abuela Dolores y retoma las riendas de su propia vida junto a un hombre sencillo, un galán mexicano al que una azarosa aventura convierte en el héroe del momento.
Esta novela se desborda de ternura por todos lados, es una historia brillante, dulce, trágica y dulce, que tiene en su centro al “soplillos” quien empieza el libro justo al final del mismo; lo que más me ha impactado de conocerlos es lo divertido que es leerlo, no es fácil entretener con una historia, ahora imagínate desternillar de risa al lector, este libro lo consigue porque es honesto, pulcro y creativo. Me permito celebrar por todo lo alto cargando en hombros al mexicano con su corbata de globos, guardaré con celo y amor las cartas en braille indescifrable, conservare los moros hechos de barro y cantare esa última copla con fervor y entusiasmo siempre mi querido “soplillos”.