Trabajo con cuentos de hadas en mis talleres de narración y he podido comprobar el poderoso efecto que pueden tener. Hay pequeñas «semillas de entendimiento» en cada narración. Por ejemplo, había una mujer que estaba lidiando con algunos problemas en su vida. Se sentía impaciente. Las cosas no avanzaban tan rápido como le hubiera gustado y, en su frustración, había tomado algunos atajos que solo habían empeorado las cosas y la habían hecho retroceder aún más. Estábamos hablando de Los tres cerditos, cuando de repente se le encendió la bombilla. «Ah» dijo, «ahora lo entiendo. El primer cerdito piensa: “no puedo perder el tiempo en hacer las cosas bien, tengo prisa, quiero mi casa ya”. Entonces construye su casa de paja y llega el lobo feroz, resopla y la derriba. El segundo cerdito piensa: “bueno, ya sé que debería hacer más, pero tampoco quiero perder todo este tiempo construyendo mi casa”. Así que hace su casa con ramitas. Llega el lobo, resopla y la derriba. El tercer cerdito ve lo que le ha sucedido a los demás y comprende que para llegar adonde quiere estar y tener un hogar seguro debe dedicar tiempo y esfuerzo. No existen los atajos. Se pega todo el día construyendo su casa con ladrillos, y por mucho que el lobo lo intenta, no puede derribarla».