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Fernando Del Paso

  • Lilián Carrascohas quoted2 years ago
    Cuando me di cuenta que no sabría en cuál tiempo verbal contarlos, porque estoy tan confundida que a veces no sé si fui de verdad María Carlota de Bélgica, si soy aún Emperatriz de México, si seré algún día Emperatriz de América. Y porque estoy tan confundida que a veces no sé dónde termina la verdad de mis sueños y comienzan las mentiras de mi vida.
  • Lilián Carrascohas quotedlast year
    Para salir del atolladero, el 17 de julio de 1861 el gobierno del Presidente Benito Juárez decretó la suspensión, por dos años, del pago de los intereses sobre la deuda exterior de México, cuyo monto era de poco más de ochenta y dos millones de pesos. Los principales acreedores eran
  • Mauricio Coronelhas quoted9 months ago
    si este dulcisonar de flechería

    melifluye con tal tolondramiento
  • José Mondragónhas quoted2 years ago
    La piel de esa espalda suya, recorrida a todo lo largo y a todo lo dulce por una cordillera de escalofríos que se podían leer con un solo dedo como el alfabeto Braille
  • José Mondragónhas quoted2 years ago
    Todo estaba previsto y escrito en los millones de mónadas, azules como las orgonas de Reich, que palpitaban en los ojos de mi prima con las ventanas abiertas al mundo, cada una reflejando el universo desde su punto de vista finito, y cada una consciente de su infinito reflejar.
  • José Mondragónhas quoted2 years ago
    Y cuado digo que los ojos de mi prima —esos ojos que nacieron para percibir y ser percibidos a veces por mí, quizá po
  • José Mondragónhas quoted2 years ago
    Psiquis que cautivó al mismísimo amor.
  • José Mondragónhas quoted5 months ago
    Primero, porque Estefanía odiaba esta clase de comparaciones y sabía que hacerlas era traicionarla, ya que siempre quiso ser la única dueña de su cuerpo
  • José Mondragónhas quoted3 months ago
    que por lo mismo que yo siempre me sentí dueño de todos los poemas ajenos, igual que si yo los hubiera escrito con mi propia mano y mi propia alma
  • José Mondragónhas quotedlast month
    cuando los cisnes doblan el cuello y los obreros regresan a sus casas muertos de cansancio y de algodones de azúcar, hasta la Plaza Mayor, un sábado en la mañana, cuando las campanas naufragaban en el ruido de los automóviles y de los camiones y de los tanques que merodeaban por el palacio presidencial, porque ya había llegado el tiempo; el tiempo de los estudiantes, el tiempo de las manifestaciones y los culatazos, el tiempo, en fin, en el que Palinuro, como el piloto de Eneas, ya no sabría distinguir el día de la noche.
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