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Juan Cárdenas

  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    ¡Los filósofos eran terribles! Su poder era el engaño. Cuando gobernaron las ciudades, sus palabras huecas crearon mucha confusión. Dividieron a la gente, lo arruinaron todo. Sabían cómo sembrar la duda en el espíritu de las personas. Hubo un tiempo en que los filósofos lograron que los científicos se pelearan entre sí. Hubo mucha muerte y sufrimiento. Hasta que los científicos se dieron cuenta del engaño al que estaban siendo sometidos y se rebelaron contra los filósofos. Fue entonces cuando el lenguaje se rompió sin remedio. Filósofos contra científicos, la poesía contra los números. Al final vieron que no era posible vivir juntos, y así los científicos se fueron a los bosques, con sus máquinas y todo. Los filósofos pensaron que ellos habían ganado quedándose en las ciudades. Pero no fue así.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    Una artista hace del mundo su mundo. Una artista hace de su mundo el mundo. Por un momento. Por el tiempo que toma observar o escuchar o ver o leer la obra de arte. Como un cristal de cuarzo, la obra de arte parece contener el todo y sugerir eternidad. Y sin embargo es solo el bosquejo cartográfico de un explorador. Un mapa de litorales en una costa brumosa.
  • Verónicahas quoted2 years ago
    Si las imágenes no sirven para pensar, sino, digamos, para entretener, decir que estamos en una época visual revela mucho del peculiar momento en que vivimos en lo que atañe a nuestra relación con el mundo solamente si lo visual y la imagen son lo mismo.
  • Grecia T.has quotedlast year
    Así pues, las bacterias hablan, pero a ellas no se les puede hablar. Esa limitación es menos fatal de lo que podríamos suponer, ya que gracias a ella, precisamente, se había manifestado, al cabo de un tiempo, esa propiedad lingüística de los microbios que sirvió de base a La erúntica
  • Rafael Ramoshas quotedlast year
    Digamos que la naturaleza no deja de inventar cosas, pero buena parte de lo que inventa es inútil durante milenios y no es raro que una adaptación se atrofie o, al revés, que cambie de utilidad. Pongamos el ejemplo del aguacate. El aguacate es un ejemplo muy bonito. Las plantas empezaron a desarrollar ese fruto tan delicioso para que fuera consumido por unos grandes mamíferos llamados gonfoterios, muy parecidos a los elefantes, que vivían en los bosques de Centroamérica. Para casi cualquier animal contemporáneo habría sido imposible digerir un fruto con una pepa tan grande, pero no para los gonfoterios, que tenían un tracto digestivo enorme y así podían dispersar las semillas. Jugada maestra del aguacate, dirán ustedes, pero la cosa es que los gonfoterios se extinguieron hace poco menos de dos millones de años y entretanto los aguacates siguieron existiendo sin ninguna variación importante. Es como si los aguacates no se hubieran dado cuenta de que los gonfoterios dejaron de existir hace tanto tiempo y creyeran que su estrategia evolutiva todavía sirve, cuando lo cierto es que todo cambió y ellos no se dan por enterados, los aguacates viven su vida pendientes de un fantasma…
  • Rafael Ramoshas quotedlast year
    El biólogo paró en seco porque ahora la jovencita de la barriga puntuda lo miraba como se mira a los locos. Gracias por la pregunta, dijo, antes de seguir con la lección del libro de texto
  • Rafael Ramoshas quotedlast year
    Esa era mi vida y todo se jodió. Había una economía en esas cosas, incluso en la administración de las situaciones dolorosas, como el divorcio. Hasta el fracaso formaba parte de lo admisible. El fracaso laboral, el fracaso amoroso, cosas que no eran motivo de condena porque al final, con el debido entrenamiento, uno acababa superando el fracaso conservándose en el interior del fracaso, como hacen las aceitunas viejas en el vinagre, dejando pasar el tiempo en la barra del bar, rumiando y desrumiando frases hechas junto a algún veterano de otro naufragio que, con suerte, le daría consejos sabios sobre cómo racionar el dinero del subsidio estatal, a media máquina, para seguir cultivando todos los vicios en medio de la pobreza
  • Rafael Ramoshas quotedlast year
    Pero el biólogo estaba convencido de que en la caída posterior, en ese desbarrancadero lento y rutinario que vino después, se escondía un secreto sobre él mismo, sobre su conformación más íntima, algo que en últimas le confería una identidad y hasta un estilo. Yo soy esa forma de caer, pensaba, volviendo a darle la calada final al porro
  • Rafael Ramoshas quotedlast year
    en la casa de su madre y se sentía culposo por saber que ella estaba siendo tan generosa y tan comprensiva. Al punto de no exteriorizar ningún gesto de reproche, nada que pudiera hacer evidente lo que él sabía que su madre pensaba en el fondo: que, de sus dos hijos, el mayor era el peor preparado para enfrentarse al mundo. Y que era una lástima que la vida hubiera mostrado su cara más cruel. Porque, siendo totalmente francos, ella habría preferido que el elegido para una muerte prematura fuera el biólogo y no el hijo menor, que era la verdadera dulzura de su alma, la luz de sus días, el amor fantasma, el aguacate primordial del padre ausente
  • Rafael Ramoshas quotedlast year
    Porque así lo había dispuesto ella y, sin embargo, la vida fue tan cruel, tan cruel, que torció todo lo que ella había planeado sin planear, todo lo que había dibujado en lo profundo del sueño más profundo, sobre el tablero de su corazón. Esto es: que el hijo menor prevaleciera sobre el hijo mayor. Que el hijo mayor fuera el borrador y el hijo menor la versión definitiva. Pero la vida es cruel, muy cruel, decía ella cada vez que podía, la vida es dura y al mismo tiempo inestable, insensata, y a la vez está regida por una geometría que no podemos conocer pero sí sentir en carne propia, y cuando uno elabora un plan, cuando uno proyecta una idea y diseña y forja y esculpe, la vida siempre se encarga de deformarlo todo, como si esa vida estuviera gobernada por demonios malignos, amantes del vericueto y no de la línea recta, por sátiros caprichosos y no por Dios y que Dios me perdone pero a veces creo que Dios está en la muerte y no en la vida porque la muerte es el descanso eterno, la luz perpetua de la rectitud
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