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Carlo Rovelli

  • Josué Osbournehas quoted2 years ago
    . Cuando miramos alrededor no estamos realmente «observando», estamos, más bien, soñando una imagen del mundo basada en lo que sabíamos (incluidos prejuicios erróneos), de modo inconsciente, examinamos cualquier discrepancia y, cuando es necesario, intentamos corregirla.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    LECCIÓN PRIMERA
    La teoría más hermosa
    De joven, Albert Einstein pasó un año entero haraganeando ocioso. Si no se pierde el tiempo no se llega a ningún sitio, algo que los padres de los adolescentes olvidan a menudo. Estaba en Pavía. Había vuelto con su familia tras dejar los estudios en Alemania, donde no soportaba el rigor del instituto. Era a comienzos de siglo, y en Italia se iniciaba la Revolución Industrial. Su padre, que era ingeniero, instalaba las primeras centrales eléctricas en la llanura del Po. Albert leía a Kant y a ratos perdidos asistía a clases en la Universidad de Pavía: por diversión, sin matricularse ni hacer exámenes. Es así como se llega a ser científico en serio.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Einstein se convierte de repente en un científico de renombre y recibe ofertas de trabajo de varias universidades. Pero algo lo turba: su teoría de la relatividad, por muy célebre que se haya hecho de inmediato, no cuadra con cuanto sabemos sobre la gravedad, es decir, acerca de cómo caen las cosas. Se da cuenta de ello escribiendo una reseña sobre su teoría, y se pregunta si la vetusta y rimbombante «gravitación universal» del gran padre Newton no debería ser revisada a su vez a fin de hacerla compatible con la nueva relatividad. Se sumerge en el problema. Harán falta diez años para resolverlo. Diez años de enloquecidos estudios, tentativas, errores, confusión, artículos equivocados, ideas fulgurantes, ideas erróneas... Por fin, en noviembre de 1915, da a la imprenta un artículo con la solución completa: una nueva teoría de la gravedad, a la que da el nombre de «teoría de la relatividad general», su obra maestra. La «teoría científica más hermosa», la denominaría el gran físico ruso Lev Landau.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Hay obras maestras absolutas que nos emocionan intensamente: el Réquiem de Mozart, la Odisea, la Capilla Sixtina, El rey Lear... Para captar todo su esplendor quizá debamos realizar cierto aprendizaje. Pero el premio es la pura belleza. Y no sólo eso: también que nuestros ojos se abran a una nueva mirada al mundo. La relatividad general, la joya de Albert Einstein, es una de ellas.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Y aquí llega la idea extraordinaria, el puro genio: el campo gravitatorio no está difundido en el espacio: el campo gravitatorio es el espacio. Ésa es la idea de la teoría de la relatividad general.
    El «espacio» de Newton, en el que se mueven las cosas, y el «campo gravitatorio», que transporta la fuerza de gravedad, son una misma cosa.
    Es una revelación. Una impresionante simplificación del mundo: el espacio ya no es algo distinto de la materia, es uno de los componentes «materiales» del mundo. Una entidad que ondula, se dobla, se curva, se tuerce. No estamos contenidos en una invisible estantería rígida: nos hallamos inmersos en un gigantesco molusco flexible. El Sol dobla el espacio en torno a sí, y la Tierra no gira a su alrededor atraída por una misteriosa fuerza, sino porque discurre en línea recta en un espacio que se inclina. Como una bolita que rodara en un embudo: no hay «fuerzas» misteriosas generadas por el centro del embudo; es la propia naturaleza curva de las paredes la que hacer girar la bolita. Los planetas giran alrededor del Sol y las cosas caen porque el espacio se curva.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Pero no es sólo el espacio el que se curva: también lo hace el tiempo. Einstein predice que el tiempo transcurre más deprisa arriba y más despacio abajo, cerca de la Tierra. Se mide, y resulta ser cierto. Por poca diferencia, pero el gemelo que ha vivido en el mar se encuentra con que el gemelo que ha vivido en la montaña es algo más viejo que él. Y es sólo el principio.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Cuando una gran estrella ha quemado todo su combustible (el hidrógeno), termina por apagarse. Lo que queda ya no se sustenta por el calor de la combustión y se colapsa aplastado bajo su propio peso, hasta curvar tan fuertemente el espacio que llega a precipitarse dentro de un auténtico agujero. Son los famosos «agujeros negros». Cuando yo estudiaba en la universidad, éstas eran predicciones poco creíbles de una teoría esotérica. Hoy se observan en el cielo a centenares, y son estudiadas con todo detalle por los astrónomos. Pero hay más.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Nótese el maravilloso «Me parece...» inicial, que recuerda al «Yo pienso...» con el que Darwin introduce en sus libretas la gran idea de que las especies evolucionan, o la «vacilación» de la que habla Faraday cuando presenta en su libro el revolucionario concepto del campo eléctrico. El genio titubea.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Pero aún hay más: esos saltos con los que todo objeto pasa de una interacción a otra no se producen de un modo previsible, sino mayoritariamente al azar. No es posible prever dónde aparecerá de nuevo un electrón, sino únicamente calcular la probabilidad de que aparezca aquí o allá. La probabilidad asoma la cabeza en el corazón de la física, allí donde parecía que todo estaba regulado por leyes precisas, unívocas e inderogables.
  • Rafael Ramoshas quotedlast month
    Los jóvenes leones del grupo de Copenhague estaban consternados: pero ¿cómo?, ¿precisamente Einstein? ¿Su padre espiritual, el hombre que había tenido el coraje de pensar lo impensable, ahora se echaba atrás y se asustaba ante aquel nuevo salto hacia lo desconocido que él mismo había provocado? ¿Precisamente Einstein, que nos había enseñado que el tiempo no es universal y el espacio se curva, precisamente él decía ahora que el mundo no puede ser tan extraño?
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