El mensaje de la TFE es sencillo: olvidarse de aprender a discutir mejor, de analizar nuestra primera infancia, de hacer grandes gestos románticos o de experimentar nuevas posturas sexuales. En vez de eso, reconocer y admitir que uno está emocionalmente unido a y es dependiente de su pareja de una manera muy similar a como un niño o una niña lo está a su padre o madre para conseguir sustento, consuelo y protección.