abro la puerta para entrar a paso ligero, pero me detengo cuando mis ojos se cruzan con los de alguien más. Un hombre joven, caucásico, de cabello rubio oscuro, labios rojizos, pómulos pronunciados y llamativos iris esmeralda me observa con una expresión indescifrable entre enojo y fastidio. Es atractivo, aunque intimidante y me resulta imposible sostenerle la mirada. Siento que mi cuerpo arde bajo sus ávidos ojos.