En un estudio concreto, sujetos cuyo escáner cerebral estaba monitorizado, jugaban al comecocos en un ordenador, donde eran perseguidos en un laberinto por un punto; si les atrapaban, recibían una descarga.
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Cuando la gente evitaba al punto perseguidor, la amígdala estaba silenciosa. Sin embargo, su actividad se incrementaba cuando el punto se acercaba; cuanto más fuertes eran las descargas, más lejos estaba el punto cuando se activaba por primera vez la amígdala