Ana Clavel

  • Diane Nosprakahas quoted5 months ago
    Mi tío me trajo de regalo un lugar sagrado, un espacio portátil en el que sólo cabía una persona. Me dijo que desde él se podía hablar con Dios.
  • Diane Nosprakahas quoted5 months ago
    uno debe de tocar el piso con siete apoyos de su cuerpo, con las palmas, las rodillas, la punta de los pies y la frente. Esta actitud ante la Divinidad nos llega de la noche de los tiempos
  • Diane Nosprakahas quoted5 months ago
    Cuida tu cuerpo y mantenlo siempre limpio porque es un espacio sagrado. Es tu responsabilidad que no lo ensucien ideas extrañas para que sea ligero y espiritual.Y flote sobre la mugre del mundo, y ésta no lo toque
  • Diane Nosprakahas quoted5 months ago
    Cuando de pronto vi que por el cielo del oriente venían cabalgando, sin prisa, los tres Reyes Magos, con sus costales repletos de juguetes. El oro de sus coronas y las sedas y bordados
  • Diane Nosprakahas quoted5 months ago
    Boris azotaba los platos y ensartaba mentadas en ruso, en inglés, en idish, en español y hasta en ensayos de hebreo.
  • Diane Nosprakahas quoted4 months ago
    Una fría madrugada de diciembre llegó a Agüichapan un hombre montado en una mula. Lo vieron llegar como un aparecido, dicen, en la luz reverberante del amanecer, precedido únicamente por su propia sombra
  • Diane Nosprakahas quoted4 months ago
    Estaba sola. Al pasar en una estación del metro de París vi que daban las doce de la noche. Era muy desgraciada por otras cosas. Las lágrimas empezaron a correr, silenciosas
  • Diane Nosprakahas quoted4 months ago
    Sería la primera Natale desde el inicio de la era del miedo. Así que éstas prometían ser unas fiestas llenas de tristeza y melancolía, pero continuar con las tradiciones ancestrales se hacía necesario y le devolvía algo de cotidianidad y cordura a la trastornada vida que llevaban todos
  • b1503746803has quoted2 years ago
    volvió a mostrarnos una medialuna blanquísima entre toda esa oscuridad de piel.
  • Belémhas quoted8 months ago
    Tántalo, el siempre deseante, el condenado a tocar la manzana con la punta de los labios y, sin embargo, no poder devorarla.
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