hace mucho, conseguimos fotografiar, por primera vez, un agujero negro, gracias a un complicado sistema de radiotelescopios conectados entre sí. Al menos por ahora, no tengo el placer de ver aquello cuya existencia Einstein había hipotetizado por mera coherencia con su teoría de la relatividad. Quería que nuestra clase hoy partiese de aquí. He imprimido una imagen que ahora os vais a pasar entre vosotros. ¿Podéis describirme lo que veis?
—Un anillo oscuro en medio de las estrellas, tan oscuro que las estrellas que están detrás no se ven, pero sí las que están a su alrededor.
—Los bordes emanan llamaradas de distintos tamaños. Parece un ojo con el iris de fuego, como Sauron en la peli de El señor de los anillos.
—Es una boca que se traga hasta la luz y los labios del monstruo son de fuego.
Todos describimos lo que vemos en base a lo que hemos vivido; creemos ver todos lo mismo, pero cada uno selecciona ciertas señales entre millones de posibilidades, según su historia, y hace una narración diferente. Por eso me gusta escuchar las descripciones de los demás: más que las cosas descritas, aprendo los secretos de quien las mira, porque las cosas hablan solo a quien las lleva dentro