Si alguna vez estuvo arrepentido, no lo recordaba: toda la pesadumbre a lo largo de su vida se concentró en ese momento, llevándolo a doblar rodillas y caer a sus pies.
—Dios bendito… He hecho llorar a un ángel —musitó él, abrazándola por las piernas—. Soy un bastardo hijo de puta. Dime que me perdonas, Abigail. Aunque sea solo por piedad, porque yo no me lo voy a perdonar.
aaaah se puso de rodillas chaoo