Así, por ejemplo, las mujeres viudas con descendencia y otros parientes a su cargo, madres solteras o casadas con maridos ausentes por la emigración, las frecuentes guerras o los prolongados servicios militares obligatorios (Stone, 1977; Snell, 1985). O las mujeres que debían afrontar el mantenimiento de la familia ante la ausencia del marido, fuera debido a la enfermedad, el alcoholismo, el juego, la prisión o el simple abandono. Las hoy llamadas, aunque por razones muy distintas, familias “monomarentales”, eran en el pasado mucho más numerosas de lo que pueda pensarse en la actualidad.