Maquiavelo, según dicen, tenía la siguiente idea del destino: la Fortuna dominaba más de la mitad de la vida humana, y la otra mitad, o más bien lo que quedaba de ella, trataba de hacerle frente con lo que él denominaba virtù. Para él la Fortuna eran los trazos realizados por una diosa caprichosa de humor cambiante, como un río de desbordamientos imprevisibles.