Azahara Alonso

pasear es una manera contradictoria e impecable de no hacer nada. Por eso quiero saber a dónde puede llevarme un paseo, porque sabré con ello hasta dónde se extiende el albedrío que depende solo de mi cuerpo. Nada abstracto: quiero nombres de espacios, quiero tiempos, distancias en kilómetros.

En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia

el irrenunciable deseo de estar en otra parte

Susan Sontag desentrañó este futuro en su libro Sobre la fotografía, que inicialmente publicó The New York Times en la década de 1970. Ya en las primeras páginas atina en el centro de la diana: «El resultado más imponente del empeño fotográfico es darnos la impresión de que podemos contener el mundo entero en la cabeza, como una antología de imágenes», y sigue diciendo que «fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa establecer con el mundo una relación que parece conocimiento y, por lo tanto, poder»

Qué significa un día en la maraña de los exactamente doce mil trescientos treinta que me constituyen? ¿Cuántos he empleado desde entonces en hacer lo que debía frente a lo que quería? ¿Cuáles de ellos son los días perdidos? Y, sobre todo: ¿qué permite que merezcan la pena?

En Roland Barthes por Roland Barthes, el autor repasa sus días de este modo. Antes de leerlo yo solía pensar que la rutina es una de las peores imposiciones, pero no tiene por qué resultar tan inconveniente. Puede haber un ritmo —de vida o de trabajo— que nos enseñe, dentro de lo mismo, a descubrir las variaciones, a manejar los tiempos mientras interpretamos y perfeccionamos la pieza de nuestra obligación de ser. Es la virtud de la repetición

¿qué nos pertenece? Aventuro una respuesta: lo que podemos llevar encima, lo que podemos acarrear.

me planteo si aquello a lo que nos aferramos no es ya el trillado sueño americano, sino solo un bienestar muy básico

Ahora podemos tenerlo todo, solo nos piden a cambio un compromiso duradero, puntual e ineludible: obedecer con entusiasmo

Joseph Ponthus, autor de la brillantísima Desde la línea