Me enseñó unas cartas que le había enviado a esa actriz y que ella, a petición de él, le ha devuelto; nunca vi cartas tan ardientes ni tan apasionadas: él lloraba y se moría. Está convencido de lo que escribe cuando lo escribe y, al instante, se burla de lo que ha escrito: os digo que este muchacho vale su peso en oro.