Una posible explicación sugiere que el desarrollo evolutivo del habla, el lenguaje y la creatividad, si bien confieren dones significativos, ha «arrastrado» consigo tendencias genéticas menos deseables; desde este punto de vista, la esquizofrenia es simplemente el precio que paga la humanidad por la habilidad para escribir óperas conmovedoras y discursos estremecedores.