Fernando Vicente

  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    Bueno, en nuestro país —dijo Alicia, aún resoplando—, cuando corres tanto y tan rápido como nosotras… acabas llegando a otro sitio.

    —¡Qué lentitud de país! —dijo la Reina—. En cambio, aquí has de correr tanto como puedas para permanecer donde estás. ¡Y dos veces más rápido si quieres ir a otro sitio!
  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    —¿Y de qué les sirve tener nombres —dijo el Mosquito—, si no se dan por aludidos?

    —No les sirve a ellos —dijo Alicia—, sino a la gente que se los pone, supongo. Si no, ¿por qué tienen nombres las cosas?
  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    Supongo que no quieres perder tu nombre, ¿verdad?

    —¿Yo? De ningún modo —repuso Alicia, algo inquieta.

    —Y, sin embargo, no sé, no sé… —siguió diciendo el Mosquito como si tal cosa—. Piensa en las ventajas de volver a casa sin el nombre. Por ejemplo, cuando la niñera quiera que vayas a estudiar la lección, dirá «Ven aquí, …», y entonces se callará, porque no podrá llamarte por ningún nombre; y así tú no te verás obligada a acudir, desde luego.
  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    Pues no sé cómo puedes hablar tú de despertarlo —dijo Toledón—, cuando sólo eres una cosa de tantas en su sueño. De sobra sabes que no eres real.

    —¡Claro que lo soy! —dijo Alicia, y rompió a llorar.

    —No te pienses que vas a ser más real por llorar —le dijo Toledín—. No hay por qué llorar.

    —Si no fuese real —dijo Alicia, medio riendo entre lágrimas de lo ridículo que era todo—, no podría ponerme a llorar.

    —No querrás hacernos creer que esas lágrimas son reales —interrumpió Toledón con evidente desprecio.
  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    Pues de haberte apetecido, tampoco te habría dado —dijo la Reina—. La regla es: mermelada ayer y mermelada mañana, pero mermelada hoy, nunca.
  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    Es que no se trata de intentarlo —rio Alicia—: nadie puede creer cosas imposibles.

    —Está clarísimo que te falta práctica —dijo la Reina—. Cuando yo tenía tu edad, practicaba media hora al día. Oye, ha habido veces que me he llegado a creer seis cosas imposibles antes del desayuno. ¡Ahí va otra vez el chal!
  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    —Nadie en la carretera —dijo Alicia.

    —Ojalá tuviera yo esos ojos —exclamó excitado el Rey—. ¡Capaces de ver a Nadie! ¡Y desde tan lejos! ¡Cuando yo, con esta luz, apenas si consigo ver a alguien!
  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    —¿A quién adelantaste en el camino? —prosiguió el Rey al tiempo que extendía la mano, reclamando más jengibre.

    —A nadie —dijo el Emisario.

    —Muy cierto —dijo el Rey—: esta jovencita también lo vio. Por tanto, Nadie camina más lento que tú.
  • Benjamin Melgarejo Reichelthas quoted2 months ago
    El nombre de la canción se llama «Ojos de abadejo».

    —Así que ése es el nombre de la canción —dijo Alicia, aparentando interés.

    —No, no. No lo entiendes —dijo el Caballero, un tanto decepcionado—. Así es como se llama el nombre. En realidad, el nombre es «Un señor muy muy viejales».

    —O sea, que yo debería haber dicho: «Así es como se llama la canción» —se corrigió Alicia.

    —No, no deberías; ¡eso es una cosa muy distinta! La canción se llama «Medios y maneras». ¡Pero así es sólo como se llama!

    —Muy bien. ¿Cuál es la canción, entonces? —dijo Alicia, ya del todo desquiciada.

    —A eso iba —dijo el Caballero—. La canción es, concretamente, «Sentado en una tapia», y la melodía es un invento propio.
  • Cristian Canohas quotedlast year
    No irás a negarlo, Kiti: ¡te he oído! ¿Cómo dices? —Acercó el oído como si la gatita hubiera hablado—. ¿Que te metió la zarpa en el ojo?
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