presunta superioridad, tal vez lleguen a entender cómo a los gatos les puede ir bien en la vida sin plantearse, angustiados, cuál es el modo correcto de vivir.
Los gatos no necesitan filosofía. Siguen su naturaleza, se contentan con lo que la vida les da. Sin embargo, parece que lo natural en las personas es estar insatisfechas con su condición. El animal humano nunca deja de aspirar a ser algo que no es, con los trágicos y ridículos resultados previsibles. Los gatos no hacen ningún esfuerzo de ese tipo. Gran parte de la vida humana es una denodada búsqueda de la felicidad. Entre los gatos, por el contrario, la felicidad es ese estado en el que se instalan por defecto cuando desaparecen las amenazas de tipo práctico a su bienestar. Quizá sea esa la razón principal por la que a muchos nos encantan los gatos. Traen de serie una felicidad que los humanos por lo general no logran alcanzar.