Neal Shusterman

la esperanza bajo la sombra del miedo es el incentivo más poderoso.

Había dolor, miseria y desesperación. A la mayoría de nosotros nos cuesta imaginar un mundo tan inseguro, con tantos peligros ocultos e inesperados al acecho en cada esquina.

La inmortalidad nos ha convertido en dibujos animados.

todos son inocentes, incluso los culpables. Todos somos culpables de algo y todos seguimos atesorando algún recuerdo de nuestra inocencia infantil, por muchas capas de vida que lo envuelvan. La humanidad es inocente; la humanidad es culpable, y ambos estados son indiscutiblemente ciertos.

remordimientos, arrepentimiento, una tristeza imposible de soportar. Porque si no sintiéramos esas cosas, ¿qué clase de monstruos seríamos?

Es lo más difícil que se le puede pedir a una persona. Y saber que es por el bien común no lo hace más sencillo. Antaño, la gente moría por causas naturales. La edad era una aflicción terminal, no un estado temporal. Existían asesinos invisibles llamados enfermedades que destrozaban el cuerpo. El envejecimiento era irreversible y se producían accidentes de los que no se podía regresar. Los aviones se desplomaban del cielo. Los coches se estrellaban, aunque parezca increíble. Había dolor, miseria y desesperación. A la mayoría de nosotros nos cuesta imaginar un mundo tan inseguro, con tantos peligros ocultos e inesperados al acecho en cada esquina. Todo eso ha quedado atrás y ahora sólo perdura una verdad muy simple: la gente tiene que morir.

El final de la vida humana solía estar en manos de la naturaleza, pero se lo hemos robado. Ahora tenemos el monopolio de la muerte. Somos su único distribuidor.

2042. Es un año que conocen todos los colegiales. Fue el año en que la potencia de cálculo alcanzó el infinito… o algo tan cercano al infinito que ya no podía seguir midiéndose. Fue el año en que lo supimos… todo. «La nube» evolucionó hasta convertirse en «el Nimbo» y ahora la suma del conocimiento sobre todas las cosas reside en la memoria casi infinita del Nimbo, al que cualquiera puede acceder.

una vez que poseímos el conocimiento infinito, de repente nos pareció menos importante. Menos urgente.

Las gemas de los anillos las fabricaron los segadores originales en aquellos primeros días de la posmortalidad —declaró Faraday—, cuando la sociedad consideró que la muerte antinatural debía ocupar el puesto de la muerte natural. Se crearon muchas más gemas de las que necesitábamos en aquel momento, puesto que los fundadores de la Guadaña fueron lo bastante sabios como para prever esa necesidad. Cuando se requiere un nuevo segador, se engasta una gema en un anillo de oro y se le concede al candidato elegido.