Hasta el siglo XX, la enfermedad era un misterio. La teoría de los gérmenes empezó a comprenderse en el siglo XIX, gracias a Louis Pasteur, pero hasta tanto pudo hacerse algo al respecto, hasta tanto llegó la época de las vacunas, la enfermedad siguió siendo aterradora y misteriosa. La gente enfermaba y moría, a menudo sin el menor preámbulo. Salías a la calle bajo la lluvia; tres días después tenías neumonía; ergo, la lluvia y el frío causaban neumonía. Y se sigue pensando eso, claro. De niño me dijeron una y otra vez que me abotonara el abrigo o me pusiera un gorro para no pescarme un resfriado mortal. Nunca hemos aceptado los microbios en nuestras vidas. Aunque sabemos cómo se transmite la enfermedad, seguimos siendo supersticiosos.