Los primeros antropólogos y arqueólogos no dudan en dar una descripción convencional de sus conductas, aunque sin basarse en pruebas arqueológicas directas. Su enfoque viene determinado por su entorno, el de una sociedad occidental heredera de una tradición judeocristiana y grecorromana, en que a las mujeres se las consideraba seres inferiores. No es sorprendente, por tanto, que desde la Antigüedad la gran mayoría de los textos que tratan de los «hombres» cuando se refieren a los humanos en realidad solo se refieran a los varones. Si aparecen las mujeres, lo hacen únicamente a través de su relación con los hombres.