«En el espacio negro y amarillo/se mece la rama vacía./Qué canto existe entre nubes,/qué primavera con temor,/entre ciénaga y luto?//Bajo la tempestad/caliente pececillo/remonta ciego la corriente./Diamante del azar/lanzado entre el abismo y el cielo/bucea en negras llamas y jirones de aurora. Un nombre escribe, un signo de oro, amor y muerte trae en sus ojos recién nacidos.//En el espacio claro y amarillo/despierta el bosque./ Un pájaro fantasma hace su nido. No hay nubes y el sol canta,/baja el río hacia el mar» (1959, p. 87)