Han Kang

Por una vez, una sola vez, quisiera gritar con todas mis fuerzas. Quisiera salir corriendo por la oscura ventana. ¿Entonces podré desembarazarme de esa masa que me obstruye el pecho? ¿Será eso posible?

Comparada con su mujer quizá fuera menos bonita, pero se podía sentir en ella la fuerza de un árbol silvestre y sin podar.

La cámara no puede registrar los sonidos, olores y texturas, pero estos se grabaron con todos sus pormenores en mis oídos, nariz, cara y manos.

Si hubiera dibujado un mapa con los surcos dejados por las lágrimas…

Si hubiera grabado con una aguja o con sangre la senda por donde fluían las palabras…

«Pero era una senda demasiado terrible», murmura desde un lugar más profundo que la lengua y la garganta

Seguramente la cara que más se imagina y dibuja mentalmente una persona a lo largo de la vida es la suya propia.

Mi pregunta es por qué el alma humana no se destruye a pesar de tener tantas cualidades malas y necias.

Que cuando le devolvamos al mundo material la vida, lo más frágil, blando y triste que poseemos, no recibiremos ninguna compensación.

«¿A dónde irán las almas cuando se mueren los cuerpos?», piensas de pronto. «¿Cuánto tiempo se quedarán junto a él?».

Quería estar algún día con una mujer. Quería tocar a esa mujer de cara desconocida, la primera para mí, quería posar mi mano trémula en el borde de su corazón.

Si pudiera dormir… Si pudiera dejar de estar consciente, aunque fuera una hora…