Fondo de Cultura Económica

Perder un hermano es como perder

una aleta,

un ojo,

un pulmón.

Es la soledad de ser sólo la mitad,

de saberse incompleto

por el resto de la vida.

me pregunto si él no se da cuenta. ¿No sentirá que anda conmigo, aunque estemos lejos? ¿Que lo llamo y pienso en él?

Tal vez esta habitación nos queda demasiado grande o demasiado estrecha y por eso no sabemos qué hacer con nuestros cuerpos y las palabras.

No me explico por qué

fue indispensable que alguien inventara el reloj
y desde entonces todo se atrasa o se adelanta,
la vida se fracciona en horas y en minutos

o se quiebra o se para

No soy de los que exprimen
su corazón en un lagar violento.
Soy de los que atestiguan
la belleza y la muerte de la rosa

Ya no somos románticos.

Es la generación moderna y problemática
que toma coca-cola y que habla por teléfono

¡Qué cuidadosamente nos mentimos!

¡Qué cotidianamente planchamos nuestras máscaras
para hormiguear un rato bajo el sol!

De entre todas mis memorias y lecturas no logré recordar nada semejante, ni una sola situación que pudiera equipararse a la mía en aquella tibia noche de otoño.

Tus ojos brillan y gritan mi nombre

Tu brazo me acaricia de lejos.

Tu voz me brinca detrás de los ojos

y me envuelve como manto suave

me acaricia.

No sé si mi llanto es fecundo
o si lloro por un mundo perdido.
Mas toda mi riqueza
es este corazón doliente y desnudo,
que te ofrezco, Señor,
para que cubras su pobreza.
Y quizás algún día,
del fondo obscuro de mi pena
nazca una azucena.