Darian Leader

historiador del sueño Matthew Wolf-Meyer

Aunque, históricamente, hayan sido las «minorías» sexuales las que han sido perseguidas e identificadas con la toxicidad y el peligro, el verdadero peligro lo constituye aquí seguramente la heterosexualidad, ya que es la única categoría sexual que precisa de la violencia para determinar sus propias fronteras.

Incluso a la hora de dormir, se nos continúan acumulando los correos electrónicos, los mensajes de móvil y las publicaciones en redes sociales, como si el mundo exterior demandara de nosotros una atención sin límite.

Continuamente se nos dicen cosas, se nos muestran cosas, se nos preguntan cosas, se nos obliga a hacer cosas… y se nos recuerda las que no hemos oído, visto, respondido o hecho.

El flujo constante de mensajes e imperativos que conforman nuestro entorno se ve sobrecargado ahora por el mensaje de apagar el flujo en sí.

Y cuanto más se difunden esas normas, mayor es la tendencia a ver como «trastorno» o «enfermedad» cualquier desviación de las mismas.

Y a más trastornos, más remedios, más expertos, más ingresos.

Y es que por mucho que nos digan cómo debemos dormir, no se nos indica en ningún momento cómo procesar esa recomendación en sí misma.

, aun así, vivimos en un mundo en el que se nos obliga sin cesar a vivir sano, a administrar nuestros cuerpos, a esforzarnos por dormir un sueño profundo y reparador.

La diversidad que se supone que debemos exaltar en todos los demás ámbitos se suprime en éste, pues enseguida convertimos en trastorno cualquier variación