Su aspecto era realmente curioso porque, a diferencia de los ñandúes y los avestruces, no tenían ni siquiera vestigios de alas y su esternón no tenía la quilla que en el resto de las aves da soporte a los músculos que propulsan las alas. Existieron nueve especies de estas aves, que iban en tamaño desde la moa oriental —apenas un poco mayor que un pavo doméstico— hasta la moa gigante, que con sus tres metros y medio de estatura fue el ave más alta que existió en tiempos históricos. Había moas especializadas en diferentes tipos de alimentación y en todo tipo de ambientes, como la moa de patas robustas en las zonas secas, la moa crestada en los humedales de tierra baja y la de montaña en los bosques de las serranías