No se sale de casa, insistió mi amiga jadeando, ahí fuera hay peligro, ahí fuera te mueres. Las obligó a quedarse en casa durante días, hasta que yo volviera.
A mi regreso, Dede me contó todo el episodio, y como era honesta por principio, me refirió también su réplica. Quise hacerle entender que había dicho unas palabras terribles, la regañé con dureza: te advertí que no debías hacerlo.