Grady Hendrix

De verdad, esta nueva generación tiene que aprender que no se puede ir con tanta calma por la vida.

Se entusiasmaban con el subidón de dopamina que les provocaba el pertenecer a otra persona, saber que una persona a la que no conocías te había elegido, que había querido conocerte. Que existía alguien a quien no le daba igual si estabas viva o muerta.

día de su boda, cuando no acudió al ayuntamiento ni un solo miembro de la familia de él, cuando tuvieron que pedir a los que iban detrás de ellos en la cola que les hicieran de testigos, cuando no recibieron ni un regalo de boda…, incluso ese día, Nancy consiguió que saliera bien.

Todos los niños plantean a sus padres la misma pregunta: ¿a quién quieres más? Los padres la esquivan toda la vida, durante años, pero al final, de un modo u otro, se sabe la respuesta.

Nuestros padres me lo han dejado todo a mí. No hago más que respetar sus deseos.

Las lágrimas la pillaron por sorpresa. Lloraba, por fin, pero no por sus padres. Lloraba porque no le quedaba más que su hermano y la detestaba.

Aquel taller era el santuario de su madre. Su zona de confort. El lugar en el que había pasado cientos de horas de su vida haciendo cosas. «Que van a terminar en la basura».

la única cosa con la que podían contar ya lloviera, hiciera sol, se murieran sus mascotas o tuvieran un divorcio: el trabajo

Era la clase de trabajo repetitivo que acaba por consumirte el alma